martes, 19 de enero de 2010

Nación Prozac (de Erik Skjoldbjærg)

Cristina Ricci empieza la película desnuda, sumida en parte de todos sus problemas: una familia disfuncional, una madre que supuestamente espera demasiado de ella y sus continuas y recurrentes depresiones.
He leído muchas críticas negativas respecto a esta película (incluyendo una que dice que lo mejor de la pela son las tetas de Ricci). Me parece una exageración. Nuestra incapacidad para comprender nuestras depresiones ya es un aviso palmario de que nos será mucho más difícil entender las depresiones ajenas.
Sobre todo porque yo sé lo que es ir al psiquiatra para que te suministre drogas legales (o como prefieran llamarlo). Entiendo perfectamente lo de la "casa de las drogas", es más a veces siento que abuso de ellas. Lo de la 'perspectiva' está en veremos (creo que siempre está en veremos)... como las depresiones que pueden irse de un momento a otro y volver mañana sin pedir permiso.
O. Mazeyra








Llamo a esta farmacia la "Casa de las drogas", donde vengo a abastecerme. La Dra Sterling, mi psiquiatra, es mi proveedora. Pareciera que hoy en día todos los doctores proveen de ésto ahora. A veces siento que todos vivimos en una nación de Prozac. Los Estados Unidos de la depresión. Ya no se quién soy. Tengo esta personalidad y está completamente cagada, pero soy yo.
Y me veo a mí misma transformándome en esta persona que hace y dice lo correcto. Pero esa no soy yo (...) Si sólo mi vida pudiera ser más parecida a las películas me gustaría que se me apareciera un ángel, como a Jimmy Stewart en "It's a wonderful life", y me convenza de no suicidarme. Siempre esperé ese momento de verdad para liberarme y cambiar mi vida por siempre. Pero no llega. Las cosas no ocurren de ese modo. Todas las drogas, toda la terapia... las peleas, los enojos, la culpa, las ideas suicidas... todo esto forma parte de un lento proceso de recuperación. De la misma forma en que caí, me puse de pie otra vez. Gradualmente... y repentinamente. Dios sabe que las pastillas no curan todo pero me dieron espacio para respirar, lo que me permitió volver a escribir... sólo que esta vez, no fué como si mi vida ya no dependiese de aquello.


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