miércoles, 6 de enero de 2010

Esas mujeres (de Ingmar Bergman)

Es, al parecer, el primer largometraje de Bergman a colores. En donde, se me antoja, las mujeres asumen el papel de musas del artista. Y el cineasta sueco trata de contrastar el papel del artista (en este caso un músico, un consumado maestro del violonchelo) y el del crítico (en la película también asume el papel de biógrafo de un personaje que nunca llegaremos a ver).
"¡Pajarito! Tú cantas, sin preocuparte por la crítica exigente", dice uno de los personajes (el crítico); podemos inferir entonces que Bergman (el pajarito que se sirve del cine para cantar) intenta poner los puntos sobre las íes del proceso crítico y la incomprensión de los críticos.
Es una comedia de poco más de una hora, por ratos reflexiva, por ratos absurda... al final el artista muere, pero eso no es un incoveniente para 'esas mujeres' que no demoran mucho en convertirse en las musas de un nuevo prospecto (para permanecer en el círculo vicioso).
Año: 1964

Comparto con ustedes una reseña sacada de la página Ochoymedio, creyendo que está entre lo menos trascendente que he visto del maestro sueco:

"Esas mujeres es una película exótica dentro de la producción del autor. Sin ser mala, no es en absoluto trascendente. En sus mejores momentos es apenas divertida; ma non troppo. También es su primer filme en color y junto a Sonrisas de una noche de verano, una de sus rarísimas comedias.

En una entrevista Bergman dijo que con ella no había logrado lo que se había propuesto, agregando al respecto que en muchos casos se necesita más valor para frenar que para apretar el acelerador. Y tiene razón. También señaló que la razón fundamental para rodarla había sido ganar dinero para la Svensk Filmindustri, y que pese a sus intenciones la cinta resultó ser una gran superchería, calculada de principio a fin. Y al respecto se equivoca, pues nadie ganó dinero con ella, y tampoco se trata de una superchería.

Esas mujeres trata sobre la visita del crítico Cornelius (Jarl Kulle, el único sobresaliente) al violonchelista Félix, quien vive en una hermosa y palladiana mansión rodeado por cinco mujeres, las cuales son o su esposa, o su sirvienta, o su protectora, o lo que sea, pero sobre todo sus amantes. Cornelius desea ser Félix, o por lo menos contar con su reputación y su respeto, un anhelo que se agudiza a medida que la historia avanza y resulta evidente que ni él —Cornelius— ni nosotros —los espectadores— sabremos cómo luce el Genio, ni quién es, ni nada.

En el fondo Esas mujeres es una reflexión sobre la relación entre el crítico y el artista, una cuestión que se deduce del fiasco que fue en su momento la reacción de la crítica ante El silencio, su anterior filme, ese sí muy bergmaniano. Lo que sí es inquietante es que la siguiente obra del cineasta sueco fuese nada más y nada menos que una de sus obras maestras, Persona, la más parecida de sus películas a El silencio. Y en blanco y negro. Y sobre mujeres no locuaces, sino incomunicadas. Y al borde del abismo.

Se puede decir mucho, en fin, sobre la función de Esas mujeres dentro de la obra de Bergman. Pero muy poco en realidad sobre la película en sí. A mi juicio haber creado cinco personajes femeninos (algunos interpretados por actrices definitivas en la obra y la vida del autor) todos fuertemente erotizados y sin excepción muy ligeros, incluso de ropa, impide que nos tomemos con seriedad la película. En vez de hacer pensar en los grandes realizadores de comedia, Esas mujeres recuerda en sus peores momentos al Show de Benny Hill.

Tal vez me equivoque y haya mucho qué ver; en todo caso, las eventuales perlas me las perdí.

Pero repito, Esas mujeres no es una mala película. Me cuesta trabajo imaginar que alguien quiera repetírsela por el placer de volverla a ver; pero tampoco logro concebir qué alma sensible al cine podría arrepentirse de haber visto desfilar sus fotogramas frente a sí. Tiene su encanto, técnicamente es impecable, y ayuda a entender mejor la obra de Félix... qué digo: de Ingmar.

En pocas palabras, el problema consiste en que deja con la sensación de que se trata de un concierto para saxofón interpretado por un violonchelista".



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