lunes, 18 de enero de 2010

Avatar (de James Cameron)

Avatar: "Las películas son los recuerdos de nuestra vida. Tenemos que mantenerlos vivos"

Con cada día, mejoran mis sentidos.
Cada día que pasa van mejorando mis sentidos.
Es como el fluir de un arroyo... ínfimos sentidos y sonidos.
Ella siempre habla de la energía
que fluye en animales espirituales,

es realmente difícil de comprender.
No solo se trata de ponerle un ojo a todo allí afuera.
Tienes que escuchar lo que ella te dice
"Trata de ver el bosque"
(...) Traté de entender esta profunda conexión
que la gente tiene con el bosque.
Ella lo denomina como una red de energía
que fluye en todas las cosas con vida.
Ella dice que la energía es prestada
y que un día tienes que devolverla.


Ayer, domingo, por la noche me emocioné al ver el tributo a Martin Scorsese en la Premiación de los Globos de Oro. Entre otras cosas, dijo que "Las películas son los recuerdos de nuestra vida. Tenemos que mantenerlos vivos". Y se dio un tiempo para citar a William Faulkner: "El pasado nunca está muerto, ni siquiera es pasado". Todo esto al recibir el premio Cecil B. Meville.
Hoy, acabo de ver Avatar, la nueva película de James Cameron (Canadá, 1954), el director de cine de la -hasta ahora, porque precisamente Avatar va camino a desplazarla- película con mayor recaudación en la historia del cine: Titanic.
Dicen que las comparaciones son odiosas, y, además de torpe, sería muy apresurado de mi parte el tratar de decantarme por una de estas películas (recordemos que Cameron ya había entrado con excelencia en las pantallas de nuestras casas gracias a un clásico como Terminator/Exterminador).
Siempre que, con mucho esfuerzo, trato de dejarme llevar por una historia en 3D o con animaciones, parto con una cierta animosidad, que en la mayoría de los casos resulta siendo un velado prejuicio. No pensaba darle una oportunidad a Avatar, pero a Cameron le debo no pocas emociones, algunas lágrimas y muchísimas repeticiones de ese clásico que pasará a la historia del cine y que seguirán viendo de acá a 10 centurias: la historia del Titanic.
La premiación de los Globos de Oro fue el espaldarazo final para apostar por esta película de más de dos horas que, sin duda, vale la pena ver. Historia futurista (acá otro prejuicio, para este realista a rajatabla) sobre un amor entre dos razas distintas: la humana y una raza de otro planeta con un marcado aliento felinesco.
Cameron hace todo lo posible por escapar de un panfleto ecologista y, quizá, uno no sabe si al final lo consigue. Pero, en estos tiempos en que la protección del planeta está tan en boga (de la boca para afuera), la película resulta siendo un gran acierto. Sabe conmover, de manera controlada -aunque a muchos los está haciendo pensar en el suicidio- y, por ratos, nos vemos envueltos en un cine de 'compromiso', si vale el término,
Seguramente Titanic y su atroz realismo (con fechas exactas y un gélido número de muertos, pero con valor agregado determinante de Rose y Jack Dawson) seguirá por encima de Avatar, con su futurismo que -por eso mismo- me resulta tan difícil de hacer mío. Eso no me exime de comprender a todos aquellos muchísimos congéneres que están entrando fuertes depresiones y pensamientos suicidas luego de ver 'Avatar'. (hay que aceptar que otro mundo es posible, ese será un paso importante). Mientras tanto, será mejor dejar pasar un poco de tiempo: días, meses, años. Admito que las secuelas casi siempre son nefastas (Cameron dice que será una trilogía y eso lo puede mandar al desfiladero). Es probable que en los premios Oscar, Cameron la vuelva a romper: lo que no sé es que si, de acá a cien años, Avatar será una película tan valorada como Titanic. Lo que sí sé es que si no captamos el mensaje -porque toda película trae consigo mensaje(s)-, ya no estaremos. Quiero decir, no estarán ni nuestros hijos ni nuestros nietos. Y el cine también habrá muerto.

Acá, hay una crítica de Javier Ocaña, llamada La involución artística, publicada en el diario El País de Madrid:

Cameron revoluciona el cine. Cameron reinventa el cine. Cameron convierte el cine en una nueva experiencia. Son sólo tres de los titulares con los que nos hemos ido desayunando de cuando en cuando gracias a los medios de comunicación de todo el mundo. Todo ello, faltaría más, sin haber visto la película. Avatar, por supuesto.

Pues ya está aquí. Y la supuesta revolución consistía en: a) que hay un nuevo concepto de las tres dimensiones, aunque hagan falta las gafitas de siempre; b) que a diferencia de los anteriores sistemas de captura de movimiento, donde la digita-lización se añade posteriormente, ahora Cameron podía observar directamente en un monitor cómo los actores virtuales hacían de las suyas al tiempo que interactuaban con el mundo digital; c) que la captura de expresiones faciales ha mejorado. Consecuencia: hay un 60% de imágenes generadas por ordenador, y un 40% de acción en vivo. Eso sí, al espectador le dará exactamente igual si Cameron ha podido dirigir mejor a sus actores y criaturas, porque en las secuencias con un buen número de seres humanos en el encuadre (digamos, más de cinco), el concepto tres dimensiones tiene una extraña forma de tomar vida: hay personajes en distintos planos y una buena impresión de fondo, pero los cuerpos son planos, como un mal holograma, casi como un recortable de los niños de hace 50 años.

Los titulares a los que se hacía referencia al principio de la crítica se han repetido a lo largo de la historia del cine desde que los Lumière lo inventaron, aunque éstos no supieran sacarle provecho porque eran unos técnicos y no unos artistas. El sonido, el tecnicolor y el cinemascope también iban a revolucionar el cine. Pero, ¿quién se acuerda hoy de El cantor de jazz, La feria de las vanidades o La túnica sagrada, más allá de su carácter primigenio? El cine lo revolucionaron los hermanos Marx, Hitchcock, John Ford, los neorrealistas, los autores de la nouvelle vague... Ninguno era técnico. Eran artistas.

Porque a Cameron se le ha olvidado la historia que quería contar. O no daba para más. Avatar es una parábola militarista, muy del estilo del director de Terminator y Aliens, disfrazada de pacifismo new age, que pretende cobrar carta de trascendencia a través de la duración. Avatar está protagonizada por unos seres de otro planeta creados por un departamento artístico de dudoso gusto estético y escasa creatividad. Avatar contiene una metáfora contra la invasión de territorios y civilizaciones ajenos, explicitada en dos chistes malos sobre la guerra preventiva. Avatar cuenta una historia de amor interracial con cursilería de folletín. Avatar tiene un aspecto de videojuego perpetuo con el que la audiencia no puede interactuar. Avatar (concepto): en Internet y otras tecnologías de la comunicación, dícese de la representación gráfica que se asocia a un usuario para su identificación. Pero la película es el avatar de Cameron, no el nuestro. Si éste es el camino que va a llevar el cine a partir de ahora, que lo paren, que yo me bajo.

Y aquí la nota sobre los depresivos luego de ver Avatar:

¿Deprimido tras ver 'Avatar'?

AVATAR, la última película de James Cameron, lleva recaudado 40.357.225€ desde el 18 de diciembre que se estrenó y se ha convertido en tan solo tres semanas y media en la película más taquillera de todos los tiempos en España.
Lo de 'Avatar' va camino de convertirse en un fenómeno sociológico. Al margen de las mareantes cifras de recaudación, cuenta la CNN (y subrayo este dato, porque podría parecer que me lo estuviera inventando para llamar vuestra atención) que muchos de los espectadores sufren depresión, incluso experimentan pensamientos suicidas tras ver la película.

Esta afirmación podría dar lugar a algún tipo de comentario jocoso o incluso malintencionado, pues se presta al chiste fácil, pero el tema es serio. Para algunos espectadores, el contraste entre la belleza colorida e idealizado del planeta Pandora y el gris y deprimente mundo real es demasiado fuerte, demasiado brusco. Es tal el realismo del mundo que ha creado James Cameron, sobre todo en la versión en 3D, que muchos dicen sufrir por no poder vivirese mundo fantástico. para siempre en

Los resúmenes de los comentarios que ha reunido la CNN son preocupantes. Hay quien parece haber perdido el sentido de su vida, después de la 'avatarexperiencia', otros buscan ayuda para superar esa especie de 'cuelgue mental' que los ha hecho enamorarse de un mundo de ficción. Todos los mensajes han sido extraídos de la web Avatar Forums que ofrecía consejos para "superar la depresión por el hecho de que el sueño de Pandora es intangible". En poco tiempo esta web recibió más de 1000 mensajes de gente que decía sentirse deprimida, y de otros que se prestaban a ayudar o dar consejos. "Quiero ser un Navi", "El mundo de Pandora es tan perfecto... pero qué hemos hecho nosotros con la Tierra" (lo que hace pensar que, además de crisis existenciales, 'Avatar' ha despertado la conciencia ecologista de algunos).

Fuente: http://blogs.20minutos.es/sinefectos/post/2010/01/13/aadeprimido-tras-ver-avatar-


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