domingo, 2 de diciembre de 2012

Yo quiero cambiar al mundo: «Cadena de favores»

¿Otro mundo es posible?



—«Cadena de favores» no funcionó —le informa Trevor a su maestro—. Ni siquiera pude hacerlo. Iba a ayudar a Adam…
—¿Ayudarlo a qué? —le pregunta su profesor al niño.
—A que no le pegaran, pero tuve miedo —confiesa Trevor—. No lo ayudé… Dejé que le pegaran.
—No. Tú no dejaste que le pegaran —repone el maestro—. Sucedió así. A veces no se puede hacer nada.
—No es justo —se lamenta Trevor.
—Lo sé —afirma su profesor.
—No lo sabe —se ofusca Trevor—. Debería llamar a mi madre. Podría hacer algo, si quisiera. ¿Por qué es tan gallina?
—No soy gallina.
—Va a pasar algo… y será demasiado tarde.
—¿Qué va a pasar? ¿De qué hablas? —le pregunta el maestro.
—Él volverá.
—¿Quién volverá? Eh, ¿quién volverá? Tu padre. ¿Volverá tu padre? Y... ¿qué pasará cuando vuelva, Trevor? ¿Te hará daño? ¿Le hará daño a ella?
—No, si hay alguien allí en su lugar.
—Trevor, ahora es complicado para mí.
—¿El mundo es simplemente una mierda? —pregunta el muchacho.
—No, no lo es —le dice su profesor—. Hiciste un buen trabajo. Mírame, estoy orgulloso de ti. Estoy orgulloso de ti. Y para tu información... yo premio el esfuerzo, no el resultado.
—Me da igual la nota —le informa Trevor—: sólo quería ver si el mundo podía cambiar.


viernes, 9 de noviembre de 2012

José y Pilar


Escribe Javier Ocaña

Lo bueno de las películas es que no admiten un único ángulo de visión y la multiplicidad de miradas las enriquece. Así, ante José y Pilar,pacientísimo documental del portugués Miguel Gonçalves Mendes sobre José Saramago y su viuda, Pilar del Río, en el que ambos se exponen a la cámara durante casi tres años, con la vertiginosa agenda social, personal y promocional del escritor como tercer protagonista, la riqueza testimonial puede llevar a opciones contrapuestas. Baltasar Garzón, en su presentación en el Festival de Ronda, afirmó que en ella "se descubre la camaradería, la amistad de dos compañeros de viaje, apoyándose en el pensar y en el vivir".
Otras miradas, en cambio, podrían ver a un hombre cansado de sonreír, del esfuerzo de parecer inteligente a cada instante; a un hombre al que le hubiera gustado estar tranquilo en su casa, pergeñando historias ("yo tengo ideas sobre novelas..."), pero que, arrastrado por su esposa, acude a mil y un eventos protocolarios ("... y tú tienes ideas sobre la vida", le dice José a Pilar); a un hombre sumergido en el centro de una verbena, como un extraterrestre que apenas entiende; a un hombre que, en una imagen impagable, se queda dormido en una conferencia a unos metros de otro que también ha decidido apagar los ojos: Gabriel García Márquez; a un hombre, y son sus palabras, consciente de ser una teta que produce leche en forma de dinero; a un hombre expuesto a la estupidez y a la desvergüenza ("¿me dibuja un hipopótamo junto al autógrafo? (*)", le dice un fanático al escritor, visiblemente enfermo y cansado, mientras una cola kilométrica aguarda su turno); a un hombre que despliega brillantez, inteligencia y saber estar, mientras otros se convierten en protagonistas de una película que no es la suya. "Algunos no me perdonan que yo quisiera a Borges", clamaba hace una semana en este periódico su viuda, María Kodama. ¿Recuerdan a una tal Yoko Ono, esposa de un cantante?
La existencia misma de esta película parece un abono para la tesis. Y sin embargo el trabajo de Gonçalves se configura como un documento apasionante, excepcional, con el que, de un modo seguramente impudoroso, este crítico se encandiló. Perdón por verla, perdón por disfrutarla, maestro.

Nota de Orlando Mazeyra.- El crítico Javier Ocaña quizá confunde a Saramago con Vargas Llosa (confeso amante de los hipopótamos). El joven brasileño le pide a Saramago que le dibujara un elefante (personaje principal del libro que le autografió: EL VIAJE DEL ELEFANTE).


jueves, 5 de enero de 2012

La ventana (de Carlos Sorín)


Carlos Sorín: "Me interesé en la vida de Chejov"


El realizador de Historias mínimas presenta hoy en Toronto su nuevo filme, La ventana, inspirado en las últimas horas de vida del escritor. Aquí explica la génesis de un proyecto que lo toca en lo personal.

Este festival se caracteriza -entre tantas otras cosas, como incluir películas con estrellas de Hollywood y un cine más decididamente de autor- en presentar premieres mundiales. Y una de ellas es argentina. Además de las otras seis películas nacionales, que se ofrecen en distintas secciones, esta noche Carlos Sorín estará presente en la primera proyección internacional de La ventana, su nueva realización, que no irá a competir a ningún otro festival por el momento.

El director de La película del Rey e Historias mínimas llegó ayer mismo desde Buenos Aires, bien temprano por la mañana y al mediodía atendió a Clarín. Conocido por su sentido del humor, habló de su filme, aunque confesó que nunca lo vio terminado, así que lo "descubrirá" junto con el público.

La trama de la película es tan sencilla que "es casi inexistente, te podría decir que se evapora con sólo contarla", sonríe. Antonio es un hombre de 86 años que ha tenido un incidente cardíaco y espera a su hijo que, informado, regresa de Europa. Esas doce horas de espera, del amanecer al atardecer, es lo que se cuenta en la película. También es sobre el tiempo, sobre el fluir del tiempo, "y me hubiese gustado titularla Las horas, pero existe el filme de Stephen Daldry con ese nombre..."



¿Cuál es el origen de la historia que contás en "La ventana"?

Creo que se unieron varias cosas. Por un lado, mi antigua afición por Chejov, que revivió en el último año. Aparte de releer buena parte de sus cuentos, me interesé en su vida y busqué durante semanas un ejemplar en castellano de la que seguramente es la mejor biografía del escritor: La dramática vida de Anton Chejov, de Irene Nemirovsky. La encontré por internet. La descripción de las últimas horas de vida del escritor en un hotel del balneario de Badenweiler despidiéndose de su esposa y su médico con un brindis con champagne es realmente conmovedora. Tanto como el cuento de Raymond Carver, Tres rosas amarillas, en el que relata minuciosamente el mismo episodio. Esas lecturas estuvieron presentes en la génesis del proyecto.

Pero también hubo un hecho singular que cimbronó en el interior de Sorín: el año pasado falleció su padre. "Y aunque uno sepa que lo natural es que los padres mueran antes que los hijos, nunca termina de acostumbrarse a un hecho así, y también debe haber influido", concede.



¿Como se te ocurrió pensar en Antonio Larreta como protagonista?

Fue una idea de mi socio productor, José María Morales, que está haciendo un filme sobre la vida de Artigas basado en un guión de Antonio "Taco" Larreta. Siguiendo mi secuela de actores "no actores", yo quería un escritor para hacer el personaje que también es escritor. Hay una forma de hablar, de manejar la palabra, que es exclusiva de un escritor. ¿Quién no recuerda la forma de decir de Borges o Neruda? Tienen una musicalidad muy especial. Bueno, yo quería que de alguna manera eso estuviese en la película. Por otro lado también quería que tuviese 85, 86 años. La fragilidad de esa edad no la quería actuada, quería que fuese de verdad. De cualquier forma, "Taco" Larreta algo actuó, porque aunque realmente tiene 85, está en muchas mejores condiciones que el personaje. Y está la mirada, esa mirada inteligente que "Taco" no la actúa, la tiene.



¿Y como lo convenciste?

Viajé a Montevideo bastante nervioso, pero me encontré con que "Taco" estaba tanto o más nervioso que yo. Quería hacer el personaje, pero pensaba que no era la persona indicada. "Yo como actor soy antiguo", me decía, "soy un viejo actor uruguayo y no te voy a servir". Ahora que ya está hecha pienso que está muy bien en la película, realmente. En el elenco también está Arturo Goetz e hicieron una participación especial Carla Peterson y Luis Luque.

Sorín fue a filmar hacia el Sur, aunque no a la Patagonia. "No volví a la Patagonia -confirma-, pero filmé cerca de Bahia Blanca, cerca de Sierra de la Ventana y del límite con La Pampa. Algunos dicen que por ahí empieza la Patagonia, pero el paisaje es menos ríspido y mas bucólico."



¿Con que expectativas llegás a Toronto?

Más que expectativas llego con temores. No vi la película. La edité por un lado, trabajé el sonido por otro, pero nunca vi como funciona todo junto y en pantalla grande. La copia en 35mm. salió de Madrid y llegó a Toronto. Yo no fui a España y las únicas opiniones de gente que la vio son de las de mis socios y del director de fotografía. Nunca me pasó esto. Siempre llegué a los festivales con algunas pruebas previas con público. Ahora no. En fin, los whiskies que suelo tomarme después de la proyección me los tomaré antes...

No es la primera vez que Sorin viene con una película a Toronto. Bueno, es la segunda. "Vine con El perro y fue un éxito de ventas aquí totalmente desmedido. No creo que con esta peli repita".



Hablabas de los "no actores" que solías elegir. ¿Que balance podes hacer, qué es lo mas positivo y qué lo que no te convence de trabajar con ellos?

No tengo una opinión formada. Por un lado trabajar con "no actores" es muy limitante en el trabajo en profundidad del personaje, además de trabajoso, agotador. Y azaroso: nunca sabes cómo va a salir. Trabajando con actores podés pisar más sobre seguro, construir mas. Pero por otro lado extrañás lo imprevisto, una cierta frescura que puede salir de algo no programado, de lo "accidental". No sé qué es lo mas adecuado. Supongo que depende del tipo de película que uno quiere hacer.

Sorín viene de Buenos Aires, pero estuvo en Bogotá pocos días antes de partir. "Fui a evaluar y elegir los guiones que debían ser premiados con las ayudas que da la Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura. Fueron unos días muy intensos. Hay mucho entusiasmo en Colombia con el cine. Da la sensación de que el cine colombiano está próximo a un despegue. Ojalá se dé."


Con "La ventana", ¿sentís que cerrás, al menos momentáneamente, un tipo de realizaciones, que arrancó con "Historias mínimas"?

A La ventana la veo distinta a Historias... y su saga. Es una película más construida, al menos en lo que se refiere a la imagen. Por eso filmé en 35mm., por la posibilidad de tener una imagen mas elaborada. También me parece que es una película un poco más ríspida, menos gratificante. Es también algo más ambigua, dando tiempo al espectador para que complete las cosas en su mente. De cualquier manera no estoy aun en condiciones de evaluarla. Esta noche, después de la proyección quizá tenga una idea mas próxima a la realidad.


Hermanos/Brothers


Remake' correcto, aunque prescindible

Escribe: Carlos Boyero

Un director español nada pretencioso ni farolero, que ha conseguido un merecido triunfo comercial y crítico con su última y excelente película, me contaba con agradecido pasmo que algunos nombres apabullantes del cine estadounidense, gente tan cualificada y famosa como Paul Haggis, David Fincher y Mel Gibson, se habían interesado en hacer un remake en Hollywood de su bienaventurada criatura. Sabes que desde sus ancestros el cine de los grandes estudios se ha nutrido de los grandes talentos de cualquier parte, que muchos de los creadores del cine europeo encontraron allí los medios más potentes para expresar su mundo, que siempre han existido ojeadores en esa industria intentando captar las voces originales y los argumentos poderosos del cine de cualquier parte, pero en los últimos tiempos Hollywood abusa excesivamente de las versiones, algo que casi nunca mejora al producto original. Puede deberse a la sequía que atraviesa la imaginación de los productores, a la vagancia de readaptar productos que han funcionado muy bien en los mercados nativos. Recurre a ello incluso algún creador tan personal como Scorsese, al hacer en Infiltrados el remake de la película de Hong Kong Asuntos internos. Tengo que hacer esfuerzos épicos para recordar alguna versión que haya superado la calidad de lo que copia. Sería conveniente, aunque también ilusorio, que dejaran tranquilos a los clásicos. Para evitar las comparaciones, por sentido del ridículo.
La película danesa Brothers, dirigida por Susanne Bier (señora que posteriormente rodará en Estados Unidos la dura y conmovedora Cosas que perdimos en el fuego), no alcanza condición de clásico, pero sí poseía una temática compleja, tono árido, sentimientos turbadores, expresividad demoledora. Contaba la trágica historia y la sorprendente evolución de dos hermanos, uno de ellos ejemplar marido, padre, hijo y profesional, el otro descarriado y delincuente, a partir de que al primero se le dé por muerto en la guerra de Afganistán y el segundo intente aliviar la desolación de su cuñada y cuidar a sus sobrinas. El regreso del desaparecido, al que los talibanes han castigado con la peor de las torturas, la imposible integración en su antiguo mundo de este hombre atormentado, la tempestad anímica y fraternal que crean los celos con causa, la sospecha de que dependiendo de las circunstancias de la existencia Caín se puede transformar en Abel y a la inversa, estaba descrito de forma certera. Si la memoria no me engaña, creo recordar que el sexo no era tibio y el desenlace tan terrible como lógico.

Ese apasionante y progresivamente sombrío argumento vuelve a ser recreado por el cine estadounidense. Le encargan el control del barco a Jim Sheridan, algo que no puede obedecer a la casualidad ya que se trata de un director que ha retratado obsesivamente en su notable cine ambientes familiares marcados por la violencia. Ocurría en Mi pie izquierdo, El prado, En el nombre del padre, The boxer y En América. Y el protagonismo a tres intérpretes con prestigio y tiro como Tobey Maguire, Jake Gyllenhaal y Natalie Portman. Primer error de reparto. Al inquietante Maguire siempre te lo vas a creer como zumbado pero escasamente como ser modélico. Si hubiera invertido su papel con Gyllenhaal, esos personajes serían más creíbles. En cuanto a la tantas veces maravillosa Natalie Portman, tengo la lamentable sensación de que está perdiendo luz, de que su presencia es tan correcta como anodina. Las más veraces son las dos crías. Naturales, graciosas, confundidas.

Sheridan suaviza el tono bronco que poseía la historia original. También hace concesiones para que el espectador no acabe hecho polvo ante esta tragedia sin salida. Es una película correcta, pero no tiene capacidad para removerte, para que te identifiques emocionalmente con los traumas de esa gente con la que se ensañó el destino.


miércoles, 4 de enero de 2012

Scanners (de David Cronenberg)


TRAMA : Cameron Vale es un indigente que es atrapado por agentes de seguridad luego de un incidente en un shopping. Cuando despierta, el doctor Paul Ruth le informa que se encuentra en las instalaciones secretas de la corporación ConSec -dedicada a la experimentación de armas-, y que el es un scanner: un individuo con enormes poderes telepáticos que le resultan imposibles de dominar (y que por ello causara el accidente del shopping). Vale es adiestrado como agente de ConSec, y es enviado a seguir los pasos de Daryl Revok, un scanner sicótico y renegado que está exterminando a otros scanners. Pero a medida que avanza la investigación, Vale comenzará a descubrir que las cosas no son como parecen.

Para los años ochenta, David Cronenberg se venía perfilando como un director de excepcional inteligencia. Si bien sus obras hasta entonces - como Shivers (1975), Rabia (1976) y The Brood (1979) - habían cosechado el favor de la crítica, aún era un desconocido para el gran público. Es que en realidad la inmensa mayoría de la filmografía de Cronenberg (de entonces y de ahora) es muy oscura y cerebral, y funcionan como filmes de culto antes que como blockbusters comerciales. De hecho Scanners, Amos de la Muerte sería el primer hit taquillero de Cronenberg; y no volvería a obtener un éxito similar en cuanto a recaudación sino hasta que le llegara el turno la adaptación de la obra de Stephen King La Zona Muerta (1983) y la remake de La Mosca en 1986.

En sí Cronenberg vendría a ser el equivalente en el terreno fantástico de un David Lynch. Si bien es mucho menos críptico que Lynch, no deja de generar obras complejas que exigen un público inteligente dispuesto a analizar ideas. Por otro lado, maneja una imaginería que a veces bordea lo retorcido; uno de los temas centrales de su filmografía es la fusión entre la mente y el cuerpo con la máquina, que en muchas ocasiones lo explicita de manera shockeante. Si se quiere, Cronenberg ha hecho suya una de las premisas del Ciberpunk, y la ha transformado en uno de los leit motiv de su obra. Pero a su vez, la densidad de su filmografía sólo le ha ganado adeptos en círculos intelectuales. Cronenberg alternaría filmes más personales como Almuerzo Desnudo (1991), Crash (1996) y ExistenZ (1999) con otras historias más standard y comercialmente más atractivas como Una Historia Violenta (2005) y Promesas del Este (2007).

Pero Scanners, Amos de la Muerte es una de sus obras más entendibles para el gran público. En el fondo no deja de ser una adaptación muy liberal del comic X-Men, con una evolución genética de la humanidad, hombres con superpoderes y sociedades secretas que están en guerra permanente. No es dificil poner al profesor X en el mismo lugar que el Dr. Paul Ruth, capacitando a personas con superpoderes y enseñándole a dominar los mismos.


Es una película bien hecha, aunque tiene detalles aquí y allá. Por un lado el filme tiene sus momentos de lirismo, como la sesión que comanda Jennifer O´Neil y en donde los scanners fusionan sus mentes; o cada escena en la que aparece Patrick McGoohan (El Prisionero), cuyos parlamentos son realmente inspirados ("Revok está matando a cada uno de los 237 scanners que existen en este planeta... maravillas de la evolución que la humanidad se ha perdido de conocer y que no podremos reponer"). El otro punto excelente es la elección de Michael Ironside como el villano de turno (este papel lo llevaría a la fama y se especializaría en este tipo de roles). Ironside es un villano inteligente y despiadado, incapaz de cometer errores. La secuencia inicial con el duelo de scanners - en donde le vuela la cabeza a Louis Del Grande - es shockeante y ya es todo un clásico.

Pero por otro lado, la historia comienza a flaquear un poco en credibilidad a medida que avanza. Por ejemplo, que el vagabundo Cameron Vale se transforme en un James Bond sicotrónico de una escena a la otra, o el descubrimiento del complot que termina por ser algo rebuscado - ¿las corporaciones no tienen idea en qué invierten o a quién tienen contratado? -. También la secuencia en la que Stephen Lack se conecta a una computadora central a través de su mente es muuuy traída de los pelos. Si bien es espectacular, la idea de que una computadora tenga un sistema nervioso (sic) al cual un hombre pueda conectarse es ridícula. A lo sumo, capturaría bytes y números binarios en vez de texto (a menos, claro, que el scanner tenga una copia de Windows instalada en su cabeza) .

Pero el enorme problema de Scanners, Amos de la Muerte es el protagonista. No sé por qué eligieron a alguien tan incompetente como Stephen Lack para interpretar al personaje principal. Lack se ve como un idiota, habla como un idiota y actúa como un idiota. Tiene carisma cero. Su perfomance es completamente amateur, y parece un niño grande en vez de una persona atormentada por un oscuro secreto. Es la presencia de Lack la que arruina definitivamente los méritos del filme.

Scanners, Amos de la Muerte es una muy buena película si uno hace caso omiso de Stephen Lack y de los defectos del guión. Michael Ironside y Patrick McGoohan compensan de sobra, y hay acción mezclada con ideas interesantes. Una buena opción para volver a visitar este fin de semana.

Fuente:
http://www.sssm.com.ar/arlequin/scanners.html

Adiós a Las Vegas (de Mike Figgis)

“No sé si empecé a beber porque mi familia me dejó o si mi familia me dejó porque empecé a beber”

Encontré una crítica interesante acá:
http://luppanar.blogspot.com/2007/09/leaving-las-vegas-adis-las-vegas-1995.html

Dice la crítica de este blog:


No sé que tiene de especial, pero me atrae de una manera inexpresable. No puedo dejar de sentir nostalgia y mucha tristeza cuando me acuerdo de ella. En aquel lejano 1995 se escuchaban comentarios favorables por todos lados pero nunca creí prudente acercarme, acaso por la edad. Fue hasta hace cuatro o cinco años que la vi por casualidad en la televisión y desde ese momento retomo la experiencia cada vez que puedo.

La trama parte de un hecho muy simple y muy crudo, seguramente por todos bien conocido: un guionista fracasado pretende embriagarse hasta morir; en su carrera suicida conoce a una prostituta, aficionada a las adicciones de tipo psicológico, de la que irreparablemente se enamora. La vida, en su infinita sabiduría, les presenta a los dos una segunda oportunidad y ellos, en su obstinación y ceguera, la echan a la basura. Es en extremo lamentable y dramático observar como se despilfarra una existencia.

Creo que es la mejor historia de amor que se ha podido ver en el cine. Está tan bien realizada que nunca se cae en la cursilería a la que estamos tan habituados. Contrario a lo que ha sucedido hasta el cansancio, no se crea un guión para glorificar un amor imposible o lleno de dificultades; es todo lo contrario, la mesa está puesta y ellos prefieren seguir con sus vicios porque están profundamente arraigados. A pesar de todo lo que hay en contra, la tan inusual pareja se acepta tal y como es y bastan algunos diálogos para saber que están hechos “el uno para el otro”. Sera quiere tanto a Ben que soporta su repugnante comportamiento y aunque lo cuestiona, sabe que no puede hacer nada. Él por su parte consiente su profesión y aunque le duele profundamente nunca trata de censurarla.

Es efectivamente una historia romántica; totalmente sui generis si se quiere pero muy sentimental. Lo más rescatable es que se deja a un lado el cliché barato y narra las cosas como son en la vida real, duras, complicadas y bastante crueles.

Afirma Ben Sanderson, al explicar la razón de su comportamiento: “No sé si empecé a beber porque mi familia me dejó o si mi familia me dejó porque empecé a beber”. El hecho es que es un sujeto moralmente destrozado y ya no le importa nada, sólo desea un poco de felicidad, la cual es proporcionada por el alcohol. Por eso se dirige a Las Vegas, donde los bares nunca cierran.

Toda ella es un gran complejo de emociones inteligentemente amarradas. La fotografía es memorable, la musicalización es acertadísima y la dirección está impecablemente ejecutada, pero por sobre todas las cosas las actuaciones resplandecen y opacan su entorno. Sin duda, y por mucho, son los papeles mejor representados en la carrera de Nicolas Cage y Elizabeth Shue.

La cinta está basada en la novela autobiográfica de . Este escritor nació en 1960 y en 1990 redactó el libro “Leaving Las Vegas”. En 1994, dos semanas posteriores al inicio del rodaje, se suicidó; contaba con 34 años. Su padre aseguró que la novela era su nota póstuma.