La teta asustada, dirigida por Claudia Llosa (Lima, 1976), se llevó el Oso de Oro de la Berdinale. Este reconocimiento la pone en el pináculo del cine peruano.
Acá una entrevista a la directora:
Claudia Llosa: "Hacer cine en Sudamérica es muy difícil"
-¿Cómo se siente una con un oso dorado entre las manos?
-Todavía no he tenido tiempo de hacerme a la idea, desde que me lo dieron no he parado. Toda la noche del sábado me sentí como si estuviera flotando, como si mi cuerpo no me perteneciera a mí sino al entorno. Al público que me contemplaba al recoger el premio, a la ciudad de Berlín. Es muy difícil de explicar. Solo sé que este galardón es un reconocimiento a todo el trabajo que hay detrás de La teta asustada, y no solo eso. Hacer cine es una búsqueda, y el Oso de Oro me da fuerzas para seguir buscando.
-De algún modo, el triunfo en la Berlinale también supone la validación de su forma de contar historias y de su visión del mundo. Hábleme de ella.
-Cada una de mis imágenes responde al intento honesto de poner la cámara en un lugar concreto para extraer de ella algún tipo de significado relevante y necesario. Sé que suena pretencioso, pero el mero hecho de pedirle a la gente que se siente frente a la pantalla durante dos horas para ver tu película es pretencioso, así que más vale que les cuentes algo interesante, y que lo hagas con una voz propia y firme.
-En su caso, ¿cómo nació esa voz? Es decir, ¿cuáles son las principales influencias que hay detrás de sus dos películas, Madeinusa y La teta asustada?
-Incontables. Está José María Arguedas, escritor y antropólogo peruano y gran difusor de la cultura quechua; están las películas de Zhang Yimou, que tiene un dominio de la imagen único, y las de Jane Campion, y especialmente en La teta asustada las del húngaro Béla Tarr. También, cómo no, Gabriel García Márquez, que ha influenciado toda la cultura latinoamericana. Y soy amante de los musicales desde pequeña, así que seguro que también me inspiran.
-El premio especial del jurado fue a parar a Gigante, una coproducción entre Argentina y Uruguay. ¿Qué supone para el cine latinoamericano este doble triunfo?
-Es tremendamente importante, porque hacer cine en Sudamérica puede resultar muy, muy difícil. Pero yo creo que es más importante que entre los premiados por un festival europeo haya una peruana, un iraní, un argentino y un maliense. Es una invitación a que tendamos las manos a otros lugares del planeta, a que tendamos puentes entre las diferentes culturas y aprendamos a convivir. Porque este es precisamente el mensaje que encierra La teta asustada.
-¿Realmente cree que el cine puede cambiar el mundo, mejorarlo?
-Yo creo que sí. El cine es una herramienta unificadora muy poderosa, porque tiene una capacidad tremenda para penetrar en todos los lugares del mundo. Además, es una forma de expresión que aglutina muchas otras, como la música, la literatura, la fotografía-. Por ambos motivos, permite comunicar ideas de alcance global, y hacerlo de forma que resulte atractiva y elocuente para todo el mundo.
-Sus dos películas llevan a cabo una exploración y una reivindicación de la cultura indígena andina y del idioma quechua. ¿Piensa seguir con esa tarea en el futuro o, por el contrario, con el Oso de Oro se cierra un ciclo?
-No, en absoluto, todavía no creo haber completado nada. Reconozco que cuando oí a Magaliy Solier protagonista de La teta asustada hablar quechua sobre el escenario del Berlinale Palast pensé: ¡qué gran labor estamos haciendo! Pero todavía hay mucho que contar acerca de esa cultura. De todos modos, también tengo ganas de abrirme a otros mundos y contar todo tipo de historias.
-De algún modo, el triunfo en la Berlinale también supone la validación de su forma de contar historias y de su visión del mundo. Hábleme de ella.
-Cada una de mis imágenes responde al intento honesto de poner la cámara en un lugar concreto para extraer de ella algún tipo de significado relevante y necesario. Sé que suena pretencioso, pero el mero hecho de pedirle a la gente que se siente frente a la pantalla durante dos horas para ver tu película es pretencioso, así que más vale que les cuentes algo interesante, y que lo hagas con una voz propia y firme.
-En su caso, ¿cómo nació esa voz? Es decir, ¿cuáles son las principales influencias que hay detrás de sus dos películas, Madeinusa y La teta asustada?
-Incontables. Está José María Arguedas, escritor y antropólogo peruano y gran difusor de la cultura quechua; están las películas de Zhang Yimou, que tiene un dominio de la imagen único, y las de Jane Campion, y especialmente en La teta asustada las del húngaro Béla Tarr. También, cómo no, Gabriel García Márquez, que ha influenciado toda la cultura latinoamericana. Y soy amante de los musicales desde pequeña, así que seguro que también me inspiran.
-El premio especial del jurado fue a parar a Gigante, una coproducción entre Argentina y Uruguay. ¿Qué supone para el cine latinoamericano este doble triunfo?
-Es tremendamente importante, porque hacer cine en Sudamérica puede resultar muy, muy difícil. Pero yo creo que es más importante que entre los premiados por un festival europeo haya una peruana, un iraní, un argentino y un maliense. Es una invitación a que tendamos las manos a otros lugares del planeta, a que tendamos puentes entre las diferentes culturas y aprendamos a convivir. Porque este es precisamente el mensaje que encierra La teta asustada.
-¿Realmente cree que el cine puede cambiar el mundo, mejorarlo?
-Yo creo que sí. El cine es una herramienta unificadora muy poderosa, porque tiene una capacidad tremenda para penetrar en todos los lugares del mundo. Además, es una forma de expresión que aglutina muchas otras, como la música, la literatura, la fotografía-. Por ambos motivos, permite comunicar ideas de alcance global, y hacerlo de forma que resulte atractiva y elocuente para todo el mundo.
-Sus dos películas llevan a cabo una exploración y una reivindicación de la cultura indígena andina y del idioma quechua. ¿Piensa seguir con esa tarea en el futuro o, por el contrario, con el Oso de Oro se cierra un ciclo?
-No, en absoluto, todavía no creo haber completado nada. Reconozco que cuando oí a Magaliy Solier protagonista de La teta asustada hablar quechua sobre el escenario del Berlinale Palast pensé: ¡qué gran labor estamos haciendo! Pero todavía hay mucho que contar acerca de esa cultura. De todos modos, también tengo ganas de abrirme a otros mundos y contar todo tipo de historias.
Fuente:
www.elperiodico.com
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