

Slumdog Millionaire fue la gran ganadora de la edición 81 de los premios Óscar. La película independiente se alzó con el Oscar a la mejor película y su director, Danny Boyle, también ganó en su categoría. "Este es un milagro", dijo el cineasta
Para la británica Kate Winslet la sexta fue la vencida al alzarse el domingo con el Oscar a Mejor Actriz por su protagónico en "The Reader", consagración que llega 12 años después de ganarse al público como la cándida Rose de "Titanic" y haber madurado como artista.
"Interpretar el personaje de Hanna era una gran responsabilidad. Leí el libro hace seis años. Me conmovió mucho esa historia, sobre todo la relación amorosa entre esa mujer y el joven Michael. Esa historia lo marcaría para toda su vida", dijo Winslet sobre esta cinta al presentarla en febrero en el Festival de Cine de Berlín.
Esta chica de hablar muy franco nació en Reading (Inglaterra) y se crió en el seno de una familia con bajos ingresos porque optó vivir de la actuación.
"Por eso que yo pueda vivir bien de esto sé que significa un milagro", comentó en enero cuando se alzó con dos Globos de Oro por su papel en "The Reader" (El Lector) y su magistral interpretación en "The Revolutionary Road", cinta dirigida por su esposo el director Sam Mendes, que la reunió con su compañero de "Titanic", Leonado DiCaprio.
Como nieta de un director de teatro, raíces que la llevaron a subir a las tablas a los 11 años, admite que aún le sorprende que pueda vivir como una reina gracias al histrionismo.
"Tengo 33 años y a medida que voy creciendo siento que los papeles que me ofrecen son cada vez más interesantes, más desafiantes. Pocas actrices pueden darse el lujo de tener estos dos papeles en su vida, y a mí me tocaron ambos en un año", dijo al sitio especializado en cine buzzine.com, poco después de ganar dos Globo de Oro y recibir su sexta nominación al Oscar.
Y respecto a las nominaciones, "por supuesto que significan mucho", dijo. "Soy humana, como todo el mundo, y me llena de orgullo que un grupo de personas, gente a la que admiro, me reconozca con una estatuilla por mi trabajo", agregó.
El personaje que le valió su primer Oscar se enmarca en una historia de finales de los años 50, en una Alemania que trata de reconstruirse poco a poco tras la Segunda Guerra Mundial y las atrocidades cometidas.
Michael, de 15 años, conoce a esa mujer mayor que él, controladora de boletos en el tranvía, que lo inicia en el amor a cambio que le lea todos los libros posibles, de Homero a Tolstoi, de Chejov a Schiller, sin sospechar que ella es analfabeta.
"La película no es sobre el Holocausto, sino sobre los efectos en Alemania de la posguerra, el impacto que tuvo sobre los alemanes. Hay muchas películas sobre la barbarie nazi, desde la perspectiva de las víctimas, pero aquí es diferente, es la historia de una ex nazi que trata de vivir con la culpa y la vergüenza", declaró en Berlín el director Stephen Daldry, realizador en 2002 de "The hours", que le valió un Oscar a la actriz Nicole Kidman.
Winslet, que inició su carrera haciendo una publicidad de cereales, logró su primer papel en la cinta de Peter Jackson "Heavenly Creatures", pero su crédito brillaría gracias a "Sense and Sensibility" en 1995, que le valió a sus 19 años -y un año después de haber estado vendiendo sandwichs- una primera nominación al Oscar.
En 1997 llegó el papel en el mayor éxito de taquilla de la historia del cine "Titanic", que la dejó emocionalmente náufraga entre tanta gloria y que le costó un casamiento fugaz, una primera hija y la decisión terapéutica de rechazar cualquier filme de gran presupuesto.
Fue así como después de 1998 se refugió en el cine independiente para participar en cintas como "Hideous Kinky" (1998), "Holy Smoke" (1999) de Jane Campion, o "Quills" (2000) sobre la vida del Marqués de Sade.
Se animó en 2002 con la biografía de la escritora Iris Murdoch en "Iris" y sorpresivamente volvió a ser considerada al Oscar 2005 por "Eternal sunshine of the spotless mind" y "Little Children" en 2007.
Hoy por hoy es una de las actrices más completas de su generación, contestataria frente a los cánones de la belleza del cine y muy franca en sus aspiraciones: "No soy el tipo de mujer que vive preocupada sobre lo que piensan o juzgan de mí. Me conduzco con mi propio ritmo", aseveró.
Fuente: AFP
Por su parte el diario El Mundo contagia la emoción que sintió la bellísima actriz:
La española se lleva el Oscar a la mejor actriz secundaria por 'Vicky Cristina Barcelona'. Con voz temblorosa, se deshace en agradecimientos. Entre ellos a Woody Allen, Pedro Almodóvar, Fernando Trueba y Bigas Luna, «por darle la oportunidad» de trabajar como actriz. También hace alusión a sus orígenes —«Nací en Alcobendas», dice—, y saluda a su familia. Los 45 segundos con los que contaba se han convertido en minuto y medio y ha comenzado, emocionada, preguntando si alguien se había desmayado allí. Y para terminar, no se resiste a decir una frase en español: «Se lo dedico a todos los que desde España estén compartiendo esté momento conmigo y lo sientan como propio. Y a todos los actores de mi país».
Sus contrincantes, Taraji P. Henson (El curioso caso de Benjamin Button), Viola Davis (La duda) y Amy Adams (La duda) sólo tuvieron palabras amables para ella. Una arisca Marisa Tomei (El luchador) rechazó comentar el trabajo de Penélope, cosa que sí hicieron Angelina Jolie y Kate Winslet. Ambas pararon para dejar claro su apuesta por el talento de Cruz, por un premio, el de la gala, y que corona una increíble carrera de galardones.
En la alfombra roja, Cruz, que iba perdiendo la voz, confesó haber dormido bien, se mostró concentrada en divertirse y esperó disfrutar de la gala. Sabía de qué hablaba, porque hace dos años ya compitió, aunque como actriz protagonista, con Volver, de Pedro Almodóvar.
No sólo los cineastas se volcaron con la actriz. El tenor Plácido Domingo apuntó: "Penélope nunca se ha dejado ningunear. Es versátil, no se ha dejado manipular. Es una artista y no ha caído en la trampa de convertirse en actriz hollywoodiense". Y el modisto Valentino la definió como "una mujer sensacional, llena de glamour, y esta noche vamos a oír hablar de ella". Esta mañana, en Alcobendas, es probable que otra niña piense que los sueños se pueden hacer realidad.
Pedro Almodóvar declaró al conocer la noticia: "El Oscar de Penélope es el triunfo del talento, la ambición, la tenacidad, y unas dotes extraordinarias para la comedia. Y del valor de una actriz que se lanza de cabeza y sin paracaídas, con papeles muy arriesgados, a veces sin contar con apoyaturas dramáticas suficientes, como es el caso de la película de Allen, que ella suple con gracia, corazón y carisma. He llorado de alegría cuando he escuchado su nombre".
Para saber más: Todo sobre 'Pe'
La mujer es Monica Vitti. Con sus piernas perfectas, sus labios sensuales y su mirada abstraída, Monica Vitti le persigue; se enamora de ella. Sueña que, de entre todos los hombres del mundo, él es el elegido para darle consuelo y solaz. Llaman a la puerta. Monica Vitti está de pie frente a él, pidiendo silencio con un dedo en los labios. El da un paso adelante, la abraza. El tiempo se detiene; Monica Vitti y él son uno solo.
Pero ¿es el amante que Monica Vitti busca? ¿Calmará la ansiedad de Monica Vitti mejor que los hombres de las películas? No está seguro. Incluso si encontrara una habitación para los dos, un lugar secreto en algún barrio londinense tranquilo y dominado por la niebla, sospecha que ella seguiría escabulléndose de la cama a las tres de la madrugada para sentarse a la mesa iluminada por una única lámpara, perturbadora, presa de la ansiedad.
La ansiedad que sufren Monica Vitti y otros personajes de Antonioni es de un tipo que no le resulta familiar. De hecho, no se trata de ansiedad en absoluto, sino de algo más profundo: angustia. A él le gustaría probar la angustia, aunque solo sea para saber cómo es. Pero, por mucho que lo intente, no encuentra en su corazón nada reconocible como angustia. La angustia parece ser una cosa europea, totalmente europea; en Inglaterra todavía está por llegar, no digamos ya en las colonias de Inglaterra.
En un artículo del Observer se explica la angustia del cine europeo como una emanación de la incertidumbre derivada de la muerte de Dios. No le convence. No puede creer que lo que empuja a Monica Vitti hacia las calles de Palermo bajo la furiosa esfera solar, cuando lo mismo podría quedarse en la fresca habitación de un hotel y que un hombre le hiciera el amor, es la bomba de hidrógeno o el fracaso de Dios en su intento de hablar con ella. Cualquiera que sea la verdadera explicación, tiene que ser más compleja.
La angustia también corroe a los personajes de Bergman. Es la causa de su soledad irremediable. Sin embargo, en relación a la angustia de Bergman, el Observer recomienda no tomársela demasiado en serio. Huele a pretenciosidad, dice el Observer; se trata de una afectación no sin cierta conexión con los largos inviernos nórdicos, las noches de excesos alcohólicos y las resacas.
Empieza a pensar que incluso los periódicos supuestamente liberales -el Guardian, el Observer- se muestran hostiles a la vida del espíritu. Ante algo profundo y serio enseguida adoptan un aire despectivo, se lo quitan de en medio con agudezas. Solo en cotos minúsculos como el «Third Programme» se toma en serio el arte nuevo: la poesía americana, la música electrónica, el expresionismo abstracto. La Inglaterra moderna está resultando ser un país inquietantemente ignorante, muy poco diferente de la Inglaterra de W. H. Henley y las marchas de Pompa y Circunstancia contra las que Ezra Pound abominaba en 1912.
¿Qué está haciendo, entonces, en Inglaterra? ¿Cometió un gran error al venir? ¿Es demasiado tarde para mudarse? ¿Se sentiría más a gusto en París, ciudad de artistas, si lograra aprender francés? ¿Y Estocolmo? Sospecha que espiritualmente en Estocolmo se sentiría como en casa. Pero ¿qué pasa con el sueco? ¿Y cómo se ganaría la vida? (J.M. Coetzee)